Tú me esperabas en la plaza Urquinaona, en la parada del autobús. Venías de ver un homenaje que habían hecho a Xesco Boix en el Parc de la Ciutadella. Yo bajé del bus y te ví, pantalón tejano de pata ancha, y camisa de cuadros. Yo, con la ropa prestada de mi hermana Mari. Me diste o te di dos besos en la mejilla, sin esperar nada más, quién lo iba a decir.
Tenías dos entradas para el teatro, pocos días antes me preguntaste si quería ir contigo. Y con aquellas miradas que no pretenden serlo, te dije que sí, mientras me comía mi bocadillo de foi-gras a la hora del patio. Después los dos volvimos al cole, tú a tus clases de informática, yo, no lo recuerdo, quizás a clase de inglés con Lidio o de catalán con Jaumot, o de electrónica con Palasí. No lo recuerdo.
Pero aquí estamos, camino de la Oveja Negra mirando a nuestro alrededor, con miedo de mirarnos a los ojos, con miedo a todo lo que queríamos decirnos y no podíamos. Una cerveza en La Oveja Negra, al lado de una chimenea, y el olor de la leña encendiendo algo dentro de nosotros. Después subimos el Passeig de Gràcia hacia el teatro (perdoname no recuerdo el nombre) y vimos Fly, de Vol Ras. Tras las salida cultural, cómo no acabar la velada en Els Quatre Gats, y aquel pacharán fue el que llenó nuestras venas de hormiguitas. Y aquella mirada que ninguno de los dos pudo soportar y que nos ligó con cuerdas tan fuertes y gruesas. No sé que esperabas de mí, igual que yo no estaba segura de si podía esperar algo de ti, pero aquella mirada me acompaña, me atenaza y me llena de valor a continuar.
Los días y las noches de estos veinticuatro años, han estado llenas de risas y llantos, de desesperación y valentía. Teníamos un sueño, ¿lo recuerdas?
En aquellos largos días de septimo piso sin ascensor, en el que invertíamos el 30 % de tu sueldo, con paredes de hojas de papel y gritos de borrachos y amargados. No ha sido fácil, ni lo será. Las personas no soportan que los demáss se quieran, y su rabia pone entrebancos en el camino de los demás. Superarlo es cuestión de destreza, y en eso nos hemos hecho unos expertos. Sobrevivir, pensando que no estamos solos, eso sí que es una dura prueba.
Deja el recuerdo caer
como un fruto por su peso.
Yo sé bien que no hay olvido
que pueda más que tus besos.
Yo digo que el tiempo borra
la huella de una mirada,
mi zamba dice: no hay huella
que dure más en el alma.
(Jorge Drexler)
Se plasma tu sensibilidad en lo que escribes, me ha gustado mucho.
ResponderEliminarHola Charo que bella entrada,humana y sensible.Hermosa de verdad.besotes
ResponderEliminarHoy he terminado de leer tu blog, te animo a que escribas mas a menudo porque dices muchas cosas y muy bien escritas.Saludos
ResponderEliminarMari Carmen, viniendo de ti, que escribes siempre con el corazón, es un gran cumplido. Un beso
ResponderEliminarfgiucich, solo hay que fijarse en momentos de la vida, como dices tú, para saber que son hermosos e irrepetibles. Un beso
Jacky, que alegría que por fin vuelvas por aquí. Ya sé que todos tenemos bajones (yo la primera) porque creemos que la vida nos puede,pero debemos demostrarle que somos más poderosos. Un beso
teresa, ¿has leido todo el blog? ¡qué paciencia! de todas maneras te lo agradezco, una siempre escribe para ser leida, sino ¿para qué? Un beso
Y una MUY FELIZ NAVIDAD PARA TODOS CON TODO MI CARIÑO.