NI ERAN TRES, NI ERAN REYES NI MAGOS

No eran reyes, ni eran magos, eran tres astrólogos Babilonios, hombres sabios que observaban la bóveda celeste y predijeron un fenómeno fuera de lo común, como una alineación del Sol, La Tierra, Júpiter y Saturno.y la estrella que vieron en el cielo eran las que formaban el horóscopo del niño que nació en aquel momento, Piscis.
La tradición judeocristiana, muy dada a reescribir la historia intentó darnos un dogma con el nacimiento de Cristo, el Salvador, el hijo de Dios. Y es la que conocemos hoy, por eso, sólo reyes podían adorar a un rey recién nacido. Tertuliano, en el siglo III y basándose en una tradición anterior, fue el primero en decir que se trataba de reyes sabios. Esta denominación les proporcionaba mayor prestigio, al mismo tiempo que les alejaba del denostado mundo de la magia y la adivinación. Sin embargo, el evangelio emplea expresamente al término “magos”.

Trescientos años después de Cristo, la cantidad de los magos que adoraron a Jesús variaba sin parar. Algunos afirmaban que sólo habían sido dos. En los frescos rudimentarios de las catacumbas de Roma, durante el siglo IV d.C., aparecen unas veces cuatro magos y otras hasta seis. La Iglesia siria y armenia creía que lo lógico es que hubieran sido doce ya que ese era un número singular en las Escrituras: el de las tribus de Israel y también el de los apóstoles. Sin embargo, los coptos de Egipto estaban convencidos de que debieron ser sesenta los magos de Oriente que se pusieron de acuerdo para buscar al rey de los judíos. Ante semejante progresión aritmética de magos, tuvo que intervenir Orígenes en la primera mitad del siglo tercero para centrar las cosas y determinar que lo más sensato era quedarse sólo con tres, en base a los tres regalos mencionados en el evangelio de Mateo
No es extraño pues que, como consecuencia de la proximidad geográfica, estos sacerdotes hubieran oído hablar acerca de la esperanza de un Mesías libertador que restauraría al pueblo hebreo. El judaísmo era una religión bien conocida en todo Oriente, así como su anhelo tradicional de un soberano que habría de reinar sobre todo el mundo. Por lo tanto, es comprensible que semejante conocimiento, unido a la señal astronómica descubierta en el firmamento, fuera lo que movilizara a estos astrólogos paganos en su viaje a Jerusalén. La conclusión evangélica de tal historia es que aquellos misteriosos personajes orientales, superando todas las diferencias culturales y demás dificultades, se pusieron de acuerdo para localizar a Jesús. Encontraron la casa, vieron al niño junto a su madre María, se postraron, lo adoraron y le ofrecieron sus presentes

1 comentario:

  1. La tradiciçon judeocristiana nos ha hecho creer demasiadas cosas

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