Ya hace dos semanas que empecé las clases, de lunes a jueves, y aún no me he adaptado al nuevo ritmo. Me cuesta, para que engañarme. Pero de aquí a unos días, sh, na, toda una experta.
Hasta ahora lo único que he sacado en claro, es que la historia es una ciencia, que como todas las ciencias, ha sido ideologizada a través del tiempo por aquellos que han tenido el poder en sus manos. Pa eso no me hacía falta ir a la universidad, en la calle ya lo aprendes. A base de hostias, eso sí, porque los que tienen el poder hoy son herederos de los que lo tuvieron ayer y hay una exclusión histórica donde no nos dejan entrar a unos cuantos muertos de hambre
.Pero no penséis que va todo tan mal, que no.
¿Sabéis que es lo más divertido? Analizar a los profes. No pueden evitar dar su propia versión de todo, por mucho que quieran esconderse bajo un manto de objetividad, y es que todos somos humanos. Incluso los historiadores, . A mí, que soy una observadora nata, me gusta analizar sus gestos, sus tics, sus manías, reconocer al que va a rellenar expediente del que disfruta enseñando, al que le gusta explicar su vida mientras cuenta alguna batalla o evolución (para que engañarnos, a la mayoría). Pero quizás es más entrañable el profesor que va introduciendo notas de humor en sus clases que el que se dedica a escupir la teoría pura y dura ante un power point y deslumbrado por el cañón de proyección. Y es que, que queréis que os diga, yo que adoro las nuevas tecnologías, que manejo internet a mi gusto y que voy de aquí para allá, odio los power points que nos ponen en clase. En ellos, normalmente se hace una síntesis muy sintetizada, a tamaño de letra 24, que a mi por lo menos, me cuesta de entender. Y es que mientras miro la pantalla me voy de la clase y no escucho al profesor, con lo cual aprendo menos. A mi me gusta más el contacto humano, el mirar a los ojos, la expresión de sorpresa o de cinismo, el enfaticismo de las palabras, el calar al profe a la que dice cuatro frases.
En fin, seguiremos sobreviviendo.
Hasta ahora lo único que he sacado en claro, es que la historia es una ciencia, que como todas las ciencias, ha sido ideologizada a través del tiempo por aquellos que han tenido el poder en sus manos. Pa eso no me hacía falta ir a la universidad, en la calle ya lo aprendes. A base de hostias, eso sí, porque los que tienen el poder hoy son herederos de los que lo tuvieron ayer y hay una exclusión histórica donde no nos dejan entrar a unos cuantos muertos de hambre
.Pero no penséis que va todo tan mal, que no.
¿Sabéis que es lo más divertido? Analizar a los profes. No pueden evitar dar su propia versión de todo, por mucho que quieran esconderse bajo un manto de objetividad, y es que todos somos humanos. Incluso los historiadores, . A mí, que soy una observadora nata, me gusta analizar sus gestos, sus tics, sus manías, reconocer al que va a rellenar expediente del que disfruta enseñando, al que le gusta explicar su vida mientras cuenta alguna batalla o evolución (para que engañarnos, a la mayoría). Pero quizás es más entrañable el profesor que va introduciendo notas de humor en sus clases que el que se dedica a escupir la teoría pura y dura ante un power point y deslumbrado por el cañón de proyección. Y es que, que queréis que os diga, yo que adoro las nuevas tecnologías, que manejo internet a mi gusto y que voy de aquí para allá, odio los power points que nos ponen en clase. En ellos, normalmente se hace una síntesis muy sintetizada, a tamaño de letra 24, que a mi por lo menos, me cuesta de entender. Y es que mientras miro la pantalla me voy de la clase y no escucho al profesor, con lo cual aprendo menos. A mi me gusta más el contacto humano, el mirar a los ojos, la expresión de sorpresa o de cinismo, el enfaticismo de las palabras, el calar al profe a la que dice cuatro frases.
En fin, seguiremos sobreviviendo.
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