
Si tengo que resumir este segundo año de universidad, no puedo por menos que suspenderme y suspenderla. Creo que como el año pasado todo fue tan bien, tenía demasiadas esperanzas puestas en ella, podía hacer lo que me propusiera, y creo que todavía puedo hacerlo, pero este año he descubierto la verdadera cara de la universidad. Sí, como cuando te quieren vender un producto y al principio te lo muestran tan bonito y tan llevadero que te lanzas de cabeza, o como aquel chiste de uno que va al infierno y encuentra solo fiestas y juergas y sexo y rock and roll, tanto que cuando sube al cielo lo ve tan aburrido que anuncia a los cuatro vientos que quiere volver al infierno. Entonces es cuando descubre los grilletes, el fuego que quema las almas y al diablo que le dice que el día anterior estaban en plena campaña de márquetin. Pues a mí me ha pasado algo así, me encontré este año en el turno de la mañana con clases de chicos y chicas jóvenes, de primer curso, que de entrada ya te rechazan por ser de la edad de sus madres. Supongo que esto es natural, yo también tengo dos adolescentes en casa. Pero eso significa que no te van a dar tregua, que como no te espabiles tu solita allí no vas a durar mucho. Por otro lado los profesores que tratan a los chicos y chicas como estúpidos y están dispuestos a putearles porque son carne de cañón. Aquello de que hay que espabilar a fuerza de hostias. Hay alguna excepción, por supuesto, pero tan mínima que casi ni se nota. Este caldo de cultivo, de competencia, de no te voy a djear apuntes aunque me los pidas, de te voy a pisar para llegar yo antes que tú, se ve adobado y re adobado con una huelga en contra del plan Bolonia, que poca gente sabe exactamente lo que es. Pero se ha hecho una huelga; los estudiantes, una minoría, ocuparon las aulas, eso quiere decir que no se podía hacer clase. El rectorado no quiere hablar y mucho menos pactar con los asamblearios, que se vayan a sus casas porque contra Bolonia no se puede hacer nada. Con esto, días y días sin clase, a pesar de haber pagado nuestra matrícula, que no es barata. Los profesores, se encogen de hombros, no hacen nada, ni siquiera utilizar el campus virtual para suplir las clases que no estamos dando, reina la anarquía. Hay cargas de policía contra manifestantes, enfrentamientos, insultos a los que ocupan las aulas por medio de blogs y escritos varios. El rectorado deja que se peleen los alumnos entre ellos, los que quieren hacer clase contra los que no, que el desgaste les haga desistir porque ellos no piensan hacer nada. Y a todo esto, yo me lo miro todo con cara de pasmada, no puedo creerme que esto sea la universidad, es que no me cabe en la cabeza tanta falta de vergüenza y de ética. Como estudiante de historia, me imagino al circo romano, donde profesores y equipos de dirección ven como en la arena los estudiantes pelean, afortunadamente no a vida o muerte.
Ganan, los de siempre, y el desgaste hace que se vuelva a las clases, entonces le toca el turno al profesor que, con toda la mala baba que es capaz de fabricar, se presenta ante los alumnos y les dice que el curso sigue su programa tal y como está determinado y que la materia que no se ha dado para él ya está impartida. Que cada uno se apañe como pueda. Desaparecen exámenes parciales, solo por hacer la puñeta al alumno, y la cosa se va desvirtuando de una manera dantesca.
Evidentemente, ¿quién se presenta a un examen cuando ha perdido dos meses de curso y cuando no se tiene ni puñetera idea de lo que va a entrar en ese examen? Yo no.
Cuando empezó el segundo cuatrimestre, la cosa estaba más calmada. Pero eso no quita que hayamos perdido toda la primera parte del curso. Pensé en salvar mi asignatura favorita, que es la de historia antigua y me pasé al grupo de la tarde. Allí encontré a personas de mi edad con las que he hecho una buena amistad, y ahora que se acaba el curso siento no haber estado con ellas desde el principio. El profesor de historia antigua es el único que se salva de todo este circo.
De todas maneras, no puedo abandonar la sensación de que he perdido este año, entre mis recaídas y todo lo demás, me siento defraudada conmigo y con la universidad. El trato impersonal, de aquel pedante que te va a enseñar lo que es la vida porque cuando salgas de allí te van a llover tortas a diestro y siniestro, el que te va a espabilar a fuerza de putearte, el que se ríe a tu espalda de lo ignorante que eres, ese es el que trepará hasta ser rector o formar parte de la coordinación o dirección de la universidad, ese será el que formará cabronazos como él para que nunca se diga que la universidad no forma hombres y mujeres de futuro. Tengo la sensación de que la universidad ha sustituido al servicio militar obligatorio.
Y pensar que aqui nos creemos que por alli son todos mieles y rosas.
ResponderEliminarPor aqui la cosa tambien se pone brava, pero no tanto; la cosa pasaria por hacerselas jodidas al cabrron: si esta cobrando por dar una asignatura que la de: de manera virtual, en su casa, de noche, en un bar, que recupere el tiempo que se rasco las gonadas durante dos meses porque para ello le pagan, con una linda treintena de notas al rectorado, pacificamente.... y saturandole el aula virtual quizas.
¿que no apruebas?
Señor, lo que ud. explica de mala gana, no se le entiende un pomo, quiere que le mostremos las filmaciones? al rector quizas.
seremos alumnos, no boludos.
Alyxandria, en este país se vive demasiado bien, demasiada sociedad del bienestar y demasiado de todo. El otro día una amiga mexicana me decía que toda esta tropa debería ir a otros países para ver como es la vida en realidad, que aquí no se valora lo que se tiene. No hay nada peor que acomodarse en un sillon y pensar que tenemos todos los derechos y ningún deber.
ResponderEliminarUn abrazo
Charo, tal vez hayas perdido el curso, pero has aprendido muchisimo de la gente.
ResponderEliminarEs verdad que vivimos muy comodamente, una amiga americana me dijo que lo que estamos viviendo no es una crisis, ella es artista y dice que en su país habia que trabajar "todo lo que fuera trabajable" frase que me hizo pensar bastante,y aquí aún hay gente que se niega a hacer algunos trabajos.
Tremendos sentimientos te genera la Universidad. Pero a la larga el fruto será enorme y gratificante.
ResponderEliminarUn fuerte abrazo.
fgiucich, gracias por tu comentario. Un abrazo
ResponderEliminarObdulia, si que es verdad, yo nunca he creído que estuviésemos en crisis, pero nos la meten hasta la saciedad en tv, radio y prensa porque las mentiras a base de repetirlas se convierten en realidad. Cosa que puso en practica cierto partido político y que continúan haciendo los medios facticos de este pais. Un beso
Salvador, yo voy a la universidad para aprender, para conocer gente con la que compartir lo que siento y para crecer como persona. Durante un tiempo, la gente que tenía estudios era mucho más tolerante, comprensiva y tenía ganas de arreglar el mundo. En la actualidad, se va porque hay que ir para gobernar el mundo. La diferencia es ostensible. Un abrazo.