Nuestro niño interior


Nuestro Niño Interior


El niño interior es esa parte tuya juguetona e imaginativa, amorosa y espontánea, creativa y amante de la aventura, curiosa, perceptiva, y sin embargo humilde y plena de admiración y gratitud.


El niño interior confía en que tanto la vida como el universo le prodiguen lo que él les pida. Y no se limita a permanecer sentado, sin hacer nada, ya que se halla muy ocupado viviendo la vida y haciendo lo que le proporciona alegría.


El niño interior posee una gran sabiduría. El sabe lo que verdaderamente produce deleite.


No piensa en términos de límites y no juzga a nadie por sus diferencias. El ayer no le provoca arrepentimientos, ni tampoco se preocupa de un mañana que aún no ha llegado.


El gran poder del amor en su interior, capaz de resolver y disipar todo aparente problema, es su aliado y amigo.


Y es eso lo que tú realmente eres en cuando retiras las caretas de temor y las limitaciones. Deja emerger ese amor que yace en tu interior y sé de nuevo ese niño.


Puede tener una nueva aventura de descubrimiento y volver a jugar con la vida,
En cada ser existe un rincón oculto donde habitan las partes de uno mismo que quedaron inconclusas y que ahora buscan completarse.


A ese sitio se le llama el niño interior, porque contiene dentro todos los aspectos inmaduros de nuestra personalidad.


Ese niño interno permanentemente gime: "dame, dame, dame", nunca está conforme, y siempre quiere más.


Cada momento doloroso del pasado vive en este espacio, esperando ser cambiado, y su inconformidad se proyecta al tiempo presente para pedir ayuda.
En el baile de máscaras, al que hoy hemos sido invitados, vamos a dedicar una mirada a ese niño interno abandonado, que solo requiere la atención de una mirada, para cambiar su llanto en sonrisas.


Antes de abordarlo debemos comprender que él es la suma de todos los aspectos rezagados de nosotros mismos.


Podemos estar anclados en carencias de amor, de comprensión y de ternura, que congelan nuestro presente en la actitud terca de recibir sin dar nada a cambio, manifestando como resultado relaciones insatisfactorias.


Un niño está polarizado en recibir: porque es claro que él no puede prescindir del apoyo que le dan los adultos para su supervivencia.


Pero, en su madurez, el ser humano debe alcanzar el equilibrio entre el tomar y el dar.

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