FIN DE AÑO



Calculo que empezamos a andar hacia las 6 de la tarde. Después de comer algo, porque desde las 7 de la mañana que no habíamos comido. Un trocito de pizza, cervezas de medio litro para dos y sentados cerca de las termas de Diocleciano, devoramos aquel manjar para lanzarnos, después a la aventura.

Llegamos a la Piazza de la Republica. Mira por donde, me encanta ese lugar para empezar. Entonces nuestra Enciclopedia Virtual D. Javier Leralta nos informa que allí cerca murió Alfonso XIII y se casó Juan de Borbón, el padre de Juan Carlos I. Paradojas de la vida. La fuente es enorme, como se ve en la foto. Algo sublime para empezar.

En la Piazza de la Republica está la iglesia de Santa Maria degli Angeli e dei Martiri. Mi hermana me había puesto en antecedentes, en Roma la vista de una iglesia por fuera no tiene nada que ver con lo que guarda dentro. Y la entrada a esta parece una cueva, puesto que está construida sobre el tepidarium de las termas de Diocleciano en el siglo XVI. Cuando entras adentro te das cuenta de que en Roma todo se hace a lo grande, a lo bestia. Es una iglesia fantástica, con unos frescos en el techo y paredes llenos de luz, con una luminosidad sorprendente que jamás he visto en otras iglesias de otros lugares del mundo.Para más deleite, el gigantesco órgano sonaba en todo el recinto. Nos sentamos a escucharlo sin poder salir de nuestro asombro.

Anocheció muy pronto y cuando continuamos la marcha hacia el Foro, el cielo amenazaba lluvia. Creo que no tardó mucho en empezar a caer gotas. Buscábamos un lugar donde comprar uvas, puesto que la costumbre italiana de comer lentejas no nos acabó de convencer. No fue difícil, porque en las calles de Roma (también lo he visto en otros lugares del mediterráneo, excepto en este, nuestro país) hay puestecitos donde venden fruta, Regentados por paquistaníes, por cierto. Pero fuimos encontrando varios a lo largo del camino, y me parece fantástico, por que es una manera de comer fruta sin tener que entrar a un restaurante. Compramos las uvas, mientras el paqui me guiñaba un ojo y me decía: "Bella, bellisima", la cual cosa provocó el cachondeo general, incluida yo.

Pues nada, mientras saboreaba de vez en cuando alguna uva (¿quién se resiste a la fruta?) empezó a llover y apareció un ejército de paquis vendiendo paraguas. No sé de donde salieron pero era un asedio continuo. Yo creo que están preparados para vender lo que sea, si llueve, paraguas, si no, souvenirs. Lo que sea.

Pues nada, que paseando por el foro llovía a intermitencias. Delante del Coliseum habían preparado un escenario donde había previsto algún concierto, pero la lluvia nos hizo desistir de quedarnos. Pensamos que era mejor volver al hotel y comernos las uvas allí, aunque las campanadas las diese el Aran con la guitarra.

Llegamos al hotel chorreando, justo un minuto después de dar las campanadas. Sin haber parado de andar, con los pies molidos y nos comimos las uvas como pudimos sentados en la cama de la habitación y riendo de aquel fin de año tan espectacular.

1 comentario:

  1. Felicitaciones por ese explèndido viaje...inolvidable ROMA, bueno, Italia toda...

    abrazos

    ResponderEliminar

Hola, te contestaré en cuanto pueda.

Recuerda que no está permitido insultar ni menospreciar a nadie en los comentarios por lo que serán revisados antes de publicarse.

LA CIUDAD DONDE TODO LLEGÓ

Vistas de página en total