
De nuevo te sientes perdida, en la noche y en el día. Tan acostumbrada estás a vivir en las sombras que no puedes ver la claridad ni a plena luz. Tu desdicha te lleva a aporrear contra todo y contra todos. Dando coletazos, como el pez al que han sacado fuera del agua, hiriendo y maldiciendo.
¿Pero por qué eres tan infeliz? Cada vez que consigues lo que quieres añoras aquello que tenías. Siempre vas y vuelves, vas y vuelves sin tener en cuenta que las cosas se acaban porque la gente se cansa de ti. Hay retornos que tienen un final, y el mío ya está cerrado. Aunque en el fondo me das pena. Lo que hagas o lo que digas ya no me hiere.
Intentas revelarte, pero siempre desde la censura. Tienes que decir a todo el mundo lo que tiene o no qué hacer, a tus hijos, a tu madre, a tu marido, a tus hermanos, a tus amigos... Y parece que funciona. Pero no. Tú misma te das cuenta de que ese no es el camino y es cuando intentas recluirte en tu concha de caracol. Ya no confías en nadie y los pocos que han confiado en tí los has alejado con tu rabia contenida que explota cuando quieres llamar la atención. No puedes pretender que el mundo gire a tu alrededor, porque hace muchos años se descubrió que es el mundo el que gira observando a los demás.
No te engañes, cuando se pretende un cambio hay que acarrear con todo. Y mirar siempre hacia adelante, has dejado demasiados cadáveres en el camino.
Es difícil sonreir siempre por más que lo intentamos. En el camino vamos tomando decisiones, vamos por uno u otro rumbo en pos de nuestros objetivos. Evidentemente conseguirlos tiene un precio, o mejor, un coste. Vamos dejando atrás demasiadas pequeñas y grandes batallas libradas con lo que creemos son nuestras mejores armas. Pero en toda lucha hay víctimas y heridas y dolor. Lamentablemente en el fragor de esos combates nadie nos garantiza que al final del camino estará un edén florecido donde nos espera la paz.
ResponderEliminarFernando, y esas personas intentan que la vida de los demás sea lo más triste posible. Por eso hayq ue aprender a decir ¡BASTA!
ResponderEliminarUn fuerte abrazo
Eduardo, es cierto nadie nos prepara para ese final de camino. Sin embargo es cosa nuestra rodarnos de cosas que lo hagan más agradable mientras dure. Y evitar a esas personas que, como digo en mi escrito, censuran y dicen lo que tienen que hacer los demás.
ResponderEliminarun saludo
Alba, estoy intentando dejar atrás mis fantasmas, y mi norte siempre está delante mío. Mirar, volver hacia atrás no es efectivo.
ResponderEliminarUn beso
El ayer es ayer y alli debe estar,si lo traemos es como buen recuerdo o como experiencia nada más,yo leí que si tomas un vaso en tu mano por un rato no pesa,pero si lo sostienes por horas se vuelve pesado e insoportable,lo mismo pasa con todo lo que cargamos del pasado,los cambios siempre son buenos,y el camino está por delante ,la vida verdaderamente es hoy,porque es lo unico que tenemos en verdad,hay personas que en su desdicha se vuelven toxicas para los demás y lo que podemos hacer es un intento de ayudarles a dejar de ser asi,si ese intento falla,dejarlas a un lado,mantener distancia y rodearse de gente que nos ayuda y acompaña en la construcción permanente de nuestras vidas,la vida es corta como para darle tantas vueltas a todo.
ResponderEliminarMe encantó leerte,porque me recordaste muchas cosas iportantes en mi vida! un abrazo Charo!
Hola Isol, amiga.
ResponderEliminarTú misma has resumido mi escrito :"hay personas que en su desdicha se vuelven toxicas" Y lo cierto es que por mucho que intentes darles ánimo y ayudarlas, no se dejan ayudar y es entonces cuando debes dejarlas que caigan y se levanten y se den cuenta de que hay que cambiar la actitud cuando todo en la vida te da la espalda. Cambiar de casa, de amigos, de peinado o de color de labios. Los cambios siempre son importantes para dejar atrás lo que llamamos "mala suerte" que en realidad no es ni más ni menos la suerte que nos buscamos.
Un abrazo