
Al trasladarnos de una ciudad pequeña a una grande, se acabó el estar en la calle todo el día. Mi madre tenía miedo que nos atropellara un coche o se nos llevara el hombre del saco. Así que había que estar todo el día metido en casita aguantando como se podía la calor. Y así, como quien no quiere la cosa, empecé a escribir. Primero alentada por las amigas y luego, cuando las amigas ya no estaban estaba mi hermano Ginés y cuando él no estaba yo sola me inventaba historias de piratas, de naves espaciales, de príncipes y princesas y dragones. ¿Dónde estarán aquellas libretas que llené? Recuerdo que al final de curso, y como en casa no había demasiado dinero para nada, me dedicaba a sacarle las espirales a las libretas que había utilizado en la escuela, cuidadosamente separaba las páginas que habían quedado en blanco y hacía una nueva libreta limpia y dispuesta a rellenar. Estas cosas, aún hoy me hacen sonreír y es que había que buscarse la vida para hacer lo que uno quería. Los bolígrafos nunca se tiraban hasta que le había exprimido la ultima gota y la rabia que daba que se acabaran, porque nunca sabías si se podría comprar uno nuevo.
Por eso el verano solo me gusta porque puedo dedicarame a leer y a escribir, cosa que durante todo el año solo puedo hacer robándole horas al sueño. Ahora puedo hacerlo. Tengo los medios, pero todo parece más superficial. Falta aquel espíritu de sacrificio que me llevaba a crear cosas insospechadas, falta un poco de la ilusión de cuando eres una cría, faltan muchas amigas que nunca más he vuelto a ver y que eran las protagonistas de mis historias, faltan aquellas películas de doble sesión que me invitaban a imaginar nuevos mundos, falta mi hermano Ginés.
Y aunque todo está dispuesto, siento un vacío interior.
¿Será que me estoy haciendo mayor?
Hola Charo.
ResponderEliminarMe encanta que por fin, hayas descolgado el cartel de cerrado. Esperaba nuevas entradas con impacienta.
Por lo que veo tu viaje a París ha sido todo un éxito, me alegra saberlo.
Me parece que este es el mejor sitio para hacerte un comentario, yo tampoco soy muy partidaria del verano, tampoco me gusta los bullicios ni las aglomeraciones, prefiero la tranquilidad y la relajación leyendo un buen libro.
Al igual que tú, yo también tenia todos mis relatos infantiles escritos en una libreta, no se cuando ni como se me perdieron. Y hoy, créeme, si pudiese echar marcha atrás en el tiempo, las hubiese custodiado con codicia, pero claro, la ignorancia, la atolondrada juventud, nos hace ha veces, sin imaginarlo siquiera, malas jugadas en el futuro.
Un beso y sigue creando.
hola MJesus, gracias por pasarte por aquí. Ya estoy en activo de nuevo, tengo la sensación de que este curso ha sido un paréntesis en mi vida. Pero estoy contenta.
ResponderEliminarTienes razón cuando dices lo de la juventud, no somos conscientes de lo que dejamos escapar y cuando ya ha escapado... nunca más vuelve. Te reirás, pero yo tengo guardadas incluso las notitas que me pasaba con mis amigas en clase, y cuando las releo es para mondarse de risa. Me doy cuenta, ahora que mis hijos son mayores, que no hay tanta diferencia entre generaciones y que ellos hacen lo mismo que hice yo a su edad, con el añadido que ellos tienen muchas más facilidades de las que yotuve jamás.
Un beso
Charo muy linda narración, no me conoces ni yo a ti, pero el paseo que camine con tus letras me hizo sentir el encanto que ese lapso de vida encierra, los cuidados de la madre son el encanto y lo lejos de la nada de la TV que no cabe duda que es un libre alivio de esa corrupción de mentes, agrada de vez en cuando.
ResponderEliminarMis abrazos desde lejos y regresare de vez en cuando, esperando encontrar el deleite en tus letras.
Hasta siempre.