
________________
La noche fue larga, muy larga. A la espera de que alguien nos dijese algo. A las cinco de la mañana, una enfermera entró en la sala y nos miró. Vio la desesperación en nuestro rostro y nos dijo que si queríamos verle. Yo me levante, porque siempre he sido así de impulsiva. Me levanté y no sé cómo los pies me condujeron a través del suelo desgastado, entre paredes blancas y verdes, entre vivos y muertos. Le vi, y la enfermera nos dijo que sobretodo no se nos ocurriera llorar, que él nos oía. No puedo borrar la imagen de mi cabeza, tubos por todos sitios, la cabeza deformada, máquinas que nos asustaban.
Creo que fue al día siguiente, no lo recuerdo, porque desde entonces mi mente se ha vuelto selectiva y el pelo algo más blanco.
Trajeron a aquel chico. Un accidente de coche, cuando volvía de toda una noche de juerga. Sí, era sábado. Ahora lo recuerdo. Tenía apenas 20 años. Su padre y su novia vinieron enseguida. La madre tardó algo más, era extranjera y estaba separada del padre, no sé dónde vivía. Tan sólo le vi un instante, envuelto en aquella manta amarrilla, estaba en coma. Los llantos se mezclaron. Todos llorábamos por todos. Aquel chico -¿cómo se llamaba?- no despertó más. Murió dos días más tarde y entonces la incertidumbre fue, cuánto tardaría mi hermano en seguirle. Él no había tenido un accidente de coche, ni de moto; no había desafiado a la diosa Fortuna sino que la Fatalidad le buscó.
Una familia destrozada y sin rumbo, no puedo imaginar cómo debían sentirse aunque les viera con mis propios ojos. Aparecieron varios médicos, psicólogos creo. Hablaron con ellos, no les presté más atención pero luego alguien me dijo que venían para pedir sus órganos y que la decisión debía ser rápida, puesto que no disponían de mucho tiempo. Entonces, mil neuronas se me confundieron. ¿Cómo puede alguien pensar con claridad en esas circunstancias? ¿Cómo puede una madre firmar un papel cuando le acaban de decir que su hijo ha muerto? ¿Son conscientes de lo que hacen? ¿Es un consuelo pensar que otras vidas continúan mientras la tuya se desgaja, se parte y se desmolda?
El corazón sigue latiendo.
Ocurra lo que ocurra, las horas y el tiempo pasan. Ocurra lo que ocurra, aún en el día más borrascoso, las horas y el tiempo pasan. Y la mente olvida. ¡Cómo sería de difícil vivir recordando todas y cada una de las cosas que nos han ocurrido a lo largo de nuestra vida! Y cuán amargo es vivir sin recordar.
Me has hecho llorar, tonta.
ResponderEliminarSé que debe ser difícil recordar todo esto, pero si necesitas sacarlo... pues bien está. Tú también debes haber llorado lo tuyo mientras lo escribías, que ya nos vamos conociendo.
Aquella noche yo no estaba (aún no era de la familia), pero me han llegado muchos fragmentos diversos... pues a tu hermano no le gusta hablar de cosas tristes. Me han llegado fragmentos pequeños, como el tuyo, que aunque me impiden recrear esos días... no me impiden imaginar el sufrimiento y el dolor que os causó a todos.
Suerte que la historia, la de esa noche, acabó bien.
Pues sí, Carles.
ResponderEliminarCada año el mes de febrero es un mes triste. El 2 de febrero murió mi abuelo (la persona más admirable que he conocido en mi vida) y el 16..., el 16 de febrero no podré borrarlo nunca de la cabeza. Desde entonces, nada ha sido igual, e imagino que para mi hermano nada ha vuelto a ser lo mismo. No sé que es estar a las puertas de la muerte, pero me imagino que algo te debe tocar en lo más íntimo.
Un beso
Un día tres de marzo del dos mil uno, (hace siete años ya, como pasa el tiempo) mi hermano tuvo un accidente. Trabajaba de albañil en Ibiza. Seis días después, sin tan siquiera despertar, falleció. Mis padres tuvieron que viajar a la isla. Estuvieron allí una semana, en la que los médicos, decían que estaba muy grave, pero era joven (sólo treinta y dos años) y que siempre hay esperanza. Mis padres, dijeron que no fuésemos para allá, que pronto se lo traerían (creo que ellos no confiaban en las palabras del médico). El día que me decidí a sacar los billetes para ir, mi madre llamó diciendo que el médico los había llamado para que se despidieran de él. Cuando mi madre regresó, había envejecido cien años… creo que no la he vuelto a ver sonreír desde entonces.
ResponderEliminarSé muy bien por el momento que pasaste aquél día.
Yo, diariamente, cierro los ojos y veo la sonrisa de mi hermano Alexis, él siempre estaba sonriendo.
Besos
Mjesus, lo que explicas es terrible y recrea los días que nosotros pasamos en la UCI. A mi hermano le operaron de un traumatismo craneal y le sacaron tres coagulos del cerebro y así mismo nos dijeron que se avisara a toda la familia que seguramente no pasaría de esa noche. Fueron trece días en la UCI en la que sólo nos decían que estaba estable, pero han sido los peores de mi vida.
ResponderEliminarComprendo tu dolor Mjesus, comprendo el dolor de tu madre, una madre no debería ver como se mueren sus hijos, eso es antinatural. No tengo palabras de consuelo, porque es tan cruel que ningún consuelo puede hacer nada.
Un beso