Hombres, mujeres y niños con expresiones vacías, con la paciencia cargada en los hombros y esa cara de "qué le vamos a hacer". Primero una cola, el interrogatorio de una ATS que decidirá si tu mal es urgente o no. Después la sala de visita. Silencio. Se rompe el silencio cuando alguien comienza a explicar que su hijo se rompió el pie y fue al hospital de Mollet, donde no le hicieron ni una radiografía, nada. Lo mandaron para casa con el pie roto. Otra señora que comenta que está esperando que la llamen desde las doce de la mañana. Por el altavoz se oye "Mohamed (no recuerdo el apellido) acuda a mostrador". Un señor que entra y la señora que tengo al lado le explica la situación de aquel chico del pie roto, deben ser marido y mujer. Él le dice que se va, que ha de recoger a, supongo, su hija del colegio. Claro, son las cinco de la tarde y salen los niños de los colegios. Me llega un extraño presentimiento, si aquello está abarrotado de gente, no quiero pensar cómo estará cuando salgan los niños de los colegios, algunos tosiendo, otros con dolor de cabeza o fiebre. No sé, es algo que pienso siempre porque al trabajar en un colegio, me di cuenta que muchos padres y madres envían a sus hijos a la escuela aunque estén enfermos para no perder un día de trabajo y cuando acaban su jornada laboral, es la ocasión de ir a urgencias. Triste, pero cierto.
Bueno son pensamientos a los que te dedicas cuando sabes que tienes unas cuántas horas por delante sin nada qué hacer. Poco a poco, me he acostumbrado a esperar, no sé porqué. Cuando era joven no tenía tanta paciencia. Las cinco y media y nos llaman, parece ser que para traumatología no hay tanta gente.
El camino hacia el box, es un viaje al infierno. Gente en sillas de ruedas, en camillas, de pie, esperando y nos miran con una cara de… nada. No tienen expresión, no son más que cuerpos o ánimas en pena. Si Dante viviera, representaría su Divina Comedia en los pasillos de urgencias de un hospital.
Y aún no ha llegado el invierno metereológico.
Detras de esas caras vacia y estan muchas personas, que trabajamos para que todo sea mas humano.
ResponderEliminarEl sistema nos cesta mucho cambiarlo, pero el momento en que estamos con las personas es mas intenso de lo que crees.
Muchas veces te llevas contigo a esa persona que lo ultimo que ha visto en su vida es mi cara.
F Gines tu primo.
un beso.
Ante todo, mandarte un fuertisimo abrazo, desde la distancia, que no es el olvido, como dice la canción.
ResponderEliminarDe sobra sé que hay muchas personas que intentan luchar, cambiar algo (y seguro que tú a tu manera lo haces, que te conozco), pero es tal el estado de saturación de la sanidad, que creo que es humanamente imposible dar todo aquello que pretendes. ¿Es lícito estar cinco horas esperando para que te visiten en un hospital? A veces la atención primaria es deficiente y eso provoca que la gente acuda masivamente a urgencias. Algo falla, y no sabemos como poner remedio.
Un fuerte beso para ti y tu familia.
Y para colmo los médicos españoles se van fuera, supongo que porque cobran más. Algún iluminado ha dicho precisamente hoy en la radio que no faltan médicos, sino que están mal distribuidos por provincias. Para mi que el dinero para construir hospitales lo está disfrutando alguien en otra cosa.
ResponderEliminarGinés, ¿es preciso que te dejes la piel, como sin duda haces, con lo sencillo que resultaría trabajar sin agobios?. ¿Tendrías que dejarte la piel si en vez de 20 camas por cada 10.000 habitantes existieran... No sé, pongo por caso, doscientas?.
El hecho de que haya gente que se deja la piel en su trabajo, le debe estar provocando carcajadas al que tenga que repartir, invertir o justificar el dinero de los contribuyentes.